Cómo preparar y servir un auténtico espresso
El molido.
Es básico. Si un café no sale correctamente en la cafetera contando con buena materia prima, será consecuencia de no moler el café adecuadamente. Por ello, es recomendable controlar periódicamente el punto de molido y las condiciones ambientales. Es aconsejable mantener el café en grano antes de ser consumido puesto que conserva mucho mejor sus cualidades. El grado de molido debe ser el adecuado (menor de un milímetro) y la dosis a emplear será de 8 gramos aproximadamente para un espresso.
La cafetera.
Puede ser de diferentes tipos y mecanismos, pero en España predomina la máquina de café espresso, produciendo agua a una temperatura de más de 90 ºC y a 9 atmósferas de presión. Se debe mantener en buenas condiciones higiénicas generales para que el agua no arrastre sustancias que afecten al sabor del café. Si se cuenta con un depurador descalcificador para el agua, éste debe ser regenerado cada 15 días aproximadamente.
La preparación.
El café debe estar recién tostado para que despliegue todas sus cualidades de aroma, sabor y aparezca su carácterística crema color avellana. Asimismo, también es conveniente molerlo justo antes de su elaboración. La temperatura del agua debe ser de 90 grados aproximadamente al pasar por la carga. El tiempo de extracción debe estar comprendido entre 20 y 25 segundos, produciendo en la taza una crema uniforme de color avellana, con estrías atigradas, de 2/3 mm de espesor, y consistente de 2 a 3 minutos.
La taza.
La taza debe ser de loza, redondeada y cóncava. Antes de servir el café, las tazas deben ser mantenidas a una temperatura entre 40 y 50 ºC, nunca superior, evitando así que el café se enfríe o se requeme al entrar en contacto con el fondo y las paredes de la taza.
La cata.
El espresso debe consumirse una vez preparado, nunca recalentándolo, disfrutando a cada sorbo de las cualidades sensoriales que conforman el sabor de un buen café: cuerpo denso, aromático, poco amargo y permanente en el paladar.